No te avergüences de ser humilde.
La humildad es el conocimiento
perfecto de lo que somos y podemos,
sin ilusionarnos con cualidades
que no tenemos.
Humildad no es postura del cuerpo
ni tono de voz: es una actitud
del espíritu, que sabe lo que es
y lo que puede, y que no requiere
que los demás la vean:
vale por sí misma.
¡Por lo tanto, sé humilde!