Cultiva la alegría a manos llenas.
La alegría no es ruido:
Es un estado de corazón
de quien vive realizado.
La alegría brota desde el corazón de
nosotros mismos, de la paz de la conciencia,
del cumplimiento cabal de nuestros deberes,
y vibra en nosotros a pesar de
sufrimientos, calumnias e injusticias.
Sé siempre alegre y, cuando la tristeza
amague encubrir el sol de tu vida,
entona al Padre un canto de alabanza
y de nuevo llegará la luz.